Manzanillo, 
a tan solo 6 kilómetros de Peñafiel, es un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid y el más pequeño de en cuantos pueblos tiene presencia Toma la Palabra. Manzanillo es un pueblo pequeño, propio de nuestra Castilla, dedicado a la agricultura y también al vino, ya que se encuentra en la DO Ribera del Duero. Y como todo pueblo de nuestra Castilla, tiene una gran iglesia, pero más importante que todos los grandes templos de nuestros pequeños pueblos: la iglesia de San Justo y San Pastor, gótica del siglo XIII, contiene una obra maestra de pintura que representa el Entierro de Cristo, realizada en el siglo XVI por el llamado Maestro de Manzanillo, que viajó hace catorce años hasta, nada más y nada menos, Nueva York.
Tres personas forman la corporación municipal de Manzanillo, el alcalde y un concejal del PP, y un tercer edil de Toma la Palabra: Juan Gatto.
El pasado jueves Esther Mínguez y Virginia Hernández, diputada y secretaria técnica respectivamente de Toma la Palabra marcharon hasta Manzanillo para conocer el pueblo y apoyar a Juan. Los pueblos pequeños no cuentan más que con sí mismos, dependen mucho de la información que los secretarios les proporcionan y no reciben ni un solo céntimo por la labor que desempeñan.
Conocido es el refrán pu
eblos pequeños, conflictos grandes y en esta lid es en la que nuestro compañero tuvo que estrenarse como concejal: robos continuados, destrozos, ocupación de viviendas habitadas, improvisadas escombreras y la hostilidad vecinal creciente fueron las claves del conflicto que marcó los primeros meses de la legislatura. Sin embargo, el diálogo y la capacidad de trabajo de nuestro concejal consiguieron reconvertir a Manzanillo en el pueblo que “vive en paz y sonríe”. Y es que muchas veces, los alcaldes y concejales de pueblos pequeños ejercen más de mediadores de conflictos o dinamizadores del espacio y el tiempo que de la imagen clásica que tenemos de los cargos electos.
Pasados los primeros meses, es tiempo de pensar qué mejoras necesita el pueblo y de qué nos podemos servir; no es nada fácil en un pueblo en el que los cargos públicos no tienen dedicación y la secretaria les asiste, únicamente, dos horas a la semana. En ofrecimiento de ese apoyo carente acudieron nuestras compañeras, que tras un café y una primera charla en el bar del ayuntamiento (sí, así es en los pueblos más pequeños, ayuntamiento, bar, cámara agraria y consultorio médico en un mismo edificio), visitaron el pueblo para conocer de primera mano las necesidades de Manzanillo en general, y de Juan Gatto en particular, de cara al año que empieza.
Manzanillo es un remanso de paz que ayudado por el artista Juan Gatto nacido en Uruguay, pero afincado con su familia en Manzanillo, lucha por sobrevivir a las garras de la despoblación arreglando el pueblo, el parque, con teatro, alguna fiesta y, sobre todo, contagiando la ilusión a los vecinos, como en la pasada Nochevieja, en la que por primera vez se juntaron todos para comer las uvas, y de bien que salió, ya están pensando en la de 2016.
Recuerda que a solo 6 km de Peñafiel encontrarás Manzanillo y al mejor anfitrión, Juan Gatto, para conocer el pueblo de primera mano; no tengas problema en llamar a su casa, justo al lado de la iglesia y pedirle ese favor. Pero aún has de saber más, podrás encontrar a Juan Gatto sin llegar al pueblo: en Teatro del Gatto y sus distintos espectáculos de títeres con los que recorren la provincia arrancando sonrisas y carcajadas a los pequeños (y mayores) de lugar al que van.
Muchas gracias Juan por tu trabajo y dedicación. Y gracias por esa sonrisa con la que recibes a propios y extraños. ¿Por qué no hacer allí la próxima asamblea provincial?
