Semana Santa en Valladolid en 2020: tradiciones para mantener en casa

Hay tradiciones de Semana Santa que el coronavirus no podrá quitarnos, como los dulces típicos. Hojuelas, buñuelos, leche frita, rosquillas de palo, pestiños, arroz con leche… ¿Alguien ha dicho torrijas?

07/04/2020.- Como en todo el país, es una Semana Santa diferente la que vivimos este año en la provincia de Valladolid, mucho más silenciosa de lo habitual por la crisis del coronavirus. Más que nunca, la define el recogimiento.

Las cornetas y los tambores no resuenan en las calles de la capital y nuestros municipios, vacías desde hace días. No presumimos de imaginería ante los turistas. No hay reencuentros con familia y amigos/-as en los pueblos (pero los que están por venir serán muy, muy especiales), ni merendolas en las bodegas, ni salidas al campo para disfrutar de una tortilla de patatas al sol de la primavera, que este año, como nosotros/-as, parece algunos días estar confinado también.

La limonada, bebida a la que pocos se resisten en estas fechas en pueblos como Medina del Campo, la tomamos en casa, brindando por videoconferencia. En Tordesillas, Urueña, Mucientes y muchos otros pueblos de la provincia no se juega a las chapas en los bares, pero quizá sea un buen momento para aprender en casa, ¿no? Pero, eso sí: ¡sin dinero de por medio! Nos mantenemos en contra de las apuestas, incluso aunque sea tradición.

Este juego de azar consiste en lanzar al aire dos monedas de igual peso, con la posibilidad de que salgan dos caras o dos cruces. Si salen una cara y una cruz, no gana nadie y se repite la jugada. Por lo general, se utilizan dos monedas de 10 céntimos de la época de Alfonso XIII, siendo cara el anverso, con la cabeza del rey, y cruz el reverso, con el escudo real. Quién sabe, puede que en casa tengáis alguna y no lo sepáis: ¡son días también para hacer limpieza!

En Castronuño el mollete lo degusta cada cual en su casa. Harina y huevos son los ingredientes principales de este bollo anisado, típico del pueblo, que combina con dulce o salado, pero que, por lo general, se acompaña de chorizo. Por cierto, en uno de los últimos programas de Aquí la Tierra, en La 1 de TVE, han recuperado el reportaje que hicieron en 2018 en el pueblo en torno a este dulce.

Tan especial es para los castronuñeros y castronuñeras que hasta el consistorio organiza desde 2016 una carrera popular que aúna deporte, naturaleza y gastronomía. Estaba previsto que la quinta edición se celebrase el día 11 de este mes de abril, pero, como tantas otras citas imperdibles, tendrá que esperar.

Y hablando de dulces, si hay uno que define la Semana Santa en la provincia de Valladolid son, sin duda, las torrijas, que en San Pelayo no se conciben sin mucha, mucha miel. Hojuelas, buñuelos, leche frita, rosquillas de palo, pestiños, arroz con leche… Las opciones para endulzar esta extraña Semana Santa tirando de tradición y toque casero son muchas. Las largas horas de confinamiento están siendo la excusa perfecta para poner en práctica nuestras dotes con la repostería, así que quizá en tu mesa haya ya torrijas caseras, por ejemplo. Pero, por si no fuera así y quisieras probar, aquí te dejamos una de las muchas recetas que existen:

INGREDIENTES: 1 barra de pan del día anterior, 1 litro de leche, 4 cucharadas soperas de azúcar, 1 ramita de canela, la cáscara de un limón, 3 huevos, aceite de oliva, azúcar y canela en polvo para rebozar.

Cortamos el pan en rebanadas. Ponemos la leche con la rama de canela, las 4 cucharadas soperas de azúcar y la cáscara del limón en un cazo al fuego. Cuando rompa a hervir, retiramos del fuego y vertemos la mezcla sobre el pan. Lo dejamos reposar unos minutos para que el pan se empape bien. Ponemos una sartén al fuego con el aceite y batimos los huevos en un cuenco. Cuando el aceite esté caliente, pasamos el pan empapado por los huevos y freímos hasta que las torrijas estén doraditas. Al sacarlas, las ponemos sobre papel de cocina para que absorba el exceso de aceite. Mientras aún están calientes, rebozamos en la mezcla de azúcar y canela en polvo.

Más allá de la religión, la Semana Santa podría considerarse casi como un fenómeno social que forma parte de la idiosincrasia de nuestros pueblos y que se ha convertido en todo un reclamo turístico y cultural gracias a nuestra imaginería y la singularidad de algunos de los actos programados, que este 2020 tampoco pueden llevarse a cabo. Por ejemplo, en Villavicencio de los Caballeros se espera cada año con especial emoción la celebración de la Tercera Orden en la noche del Jueves Santo en la iglesia de Santa María, donde escenifican los cofrades de San Francisco la Pasión de Cristo.

Durante la mañana del Viernes Santo, en Nava del Rey tiene lugar desde el siglo XVII la representación teatralizada del Lavatorio, crucifixión y descendimiento, a cargo de la cofradía del Santo Sepulcro, antes conocida como de la Misericordia. El Domingo de Resurrección acoge la plaza del Coso de Peñafiel uno de los momentos más esperados de la Semana Santa en este municipio vallisoletano: la Bajada del Ángel, acto en el que un niño o una niña, vestido/-a de blanco y con corona, escenifica cómo el ángel se presenta ante María para revelarle el Misterio de la Resurrección.

En la medida de lo posible, mantengamos también nuestras tradiciones de Semana Santa entre las cuatro paredes de nuestras casas, donde muchas surgieron… y el lugar en el que hoy mejor podemos estar.